Hace unos días terminé de leer “París en el siglo XX”, paradójicamente esa que fue la 1º novela escrita por Verne a los 35 años de edad, fue la última en publicarse. Durmió en un baúl durante 130 años, hasta que en 1991 fue hallada por su bisnieto Jean Verne, por accidente, al abrir un viejo arcón familiar al que se le había perdido la llave.

En su momento - 1863 – “Hetzel” quien editó todas las obras de Verne, tildó la novela de “Periodismo barato”, llena de hipótesis poco interesantes.

      No critico al Sr. Hetzel, pues en aquella época que alguien hablara de que en cien años el mundo estaría informatizado, con relojes que te contestan que hora es, con internet, fax, automóviles, sistemas de seguridad muy complejos y  una sociedad de consumo con clases sociales bien marcadas – en la que cada día se lee menos – y en la cual el sistema global se preocupa en estupidizar a mas no poder al ser humano - que a su vez vive en departamentos hiperchicos en los suburbios -… sinceramente, sonaba una historia poco creíble y vendible.

      El tema es que en 2011 ese libro, resulta una lectura muy realista de lo que se vive hoy en día – aunque algo pesimista y trágica, de ahí lo de Shakespearano –.

      Jules plantea una sociedad en donde no es necesario que haya militares, (algo utópico) pues la conquista se realiza en otros terrenos… comprando todas las tierras y empresas de otro país que podamos (eso me suena de algún lado…).

El París que pinta este libro, se ve asombrado por que un joven gana un premio literario, es un lugar en donde los artistas de vocación son mirados como “bichos raros”, no pueden vivir de su arte, y si no se adaptan a lo que el “sistema propone” – aunque sea indigno para ellos – son excluidos del sistema, echados de sus puestos, casas o de donde sea.

Verne muestra las bibliotecas como cementerio de grandes libros que forjaron el espíritu y el intelecto de las sociedades pasadas, pero un lugar olvidado por la gran mayoría de la sociedad.

Nos pinta un grupo de gente que toma por música a “sones átonos” – por no decir “ruido desafinado” – en donde no hay lugar para Beethoven, Chopin, Mozart o para cualquier ser humano que quiera estudiar música en conservatorio alguno.

Julio Verne pinta la sordidez de la rutina laboral del que se siente excluido por ser quien es… aunque marca la bendición de encontrar un grupo de pares, con quien el alma vuelve al cuerpo, y se es feliz compartiendo lo poco que hay.

 No voy a contar nada más de la historia, solo quiero decir que Verne vislumbró el camino que llevaría a la perdición a la humanidad… aunque sin ser tan trágicos, siento que NO todo está perdido….

Luchemos por un mundo mejor!.... S. O. S.

 

                                                                       Ariel