Ayer terminé de leer este clásico, que Emile Zola escribiera a sus veintisiete años, allá por 1867.
Esta novela da comienzo al movimiento literario intitulado “Naturalista”, el cual lleva este nombre por que a lo habitual, a lo cotidiano, uno lo hace como algo
natural, incuestionado… y es esa rutina la que se dedica a narrar Zola, de manera única y magnánima.
Teresa, es hija de una africana y un militar francés. Al quedar este viudo, se la lleva a su hermana, para que la críe. Madame Raquín acepta, pero bajo la condición
de que cuando crezca, se case con su enfermizo hijo Camile.
La vida de los Raquín es aburrida, rutinaria, insulsa, falta de pasión… todo distinto a lo que la sangre africana le pide a Teresa.
La protagonista, vive dentro de un capullo tejido por otros, en donde su opinión no tiene voz, ni voto. Ella está anulada completamente… pero Laurent, un viejo amigo
de su marido, llega a la casa y poco bastará para que se conviertan en amantes…
Como en las mejores películas de Polanski, Teresa Raquín es un viaje por todas las sensaciones del alma humana, amor, pasión, odio, vida, muerte, cargo de
conciencia, orgullo, hipocresía, sordidez, vileza y lucidez... son los ingredientes que hacen de esta historia una joya de la literatura francesa.
No se la puede perder,
Ariel R.