Cba., noviembre 20 de 2013
Presentación
A lo largo de la historia de la humanidad, existieron y existen muchos pueblos que creen en la existencia de una Divinidad Suprema, fuente de luz y justicia, de todo lo creado, a quien llamaban y llaman su Dios.
Más allá de lo minucioso de las estructuras dogmáticas y los pormenores de estos credos, todos coinciden en una cosa: Él es el único Creador y Dador de Vida; la energía creadora, fuente de Luz Divina desde los comienzos de Toda la Vida conocida por hombre alguno, desde el Big Bang hasta la fecha.
Paradójicamente, mientras muchas iglesias, sectas y grupos religiosos se empeñan en hacer ver su camino, como el correcto hacia la santidad, -y respetando todos sus credos, dogmas y deidades-; podemos decir que hay muchos nexos comunes entre la mayoría de las religiones conocidas hoy en día. No solo en lo referente al monoteísmo, y los valores del alma promulgados; o como en la antigüedad la recurrente naturalidad panteísta del venerar respetuosamente a los cuatro elementos: Agua, Tierra, Aire y Fuego, o a los astros, - el sol, la luna, los planetas, etc.-.
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Científicamente, está confirmado que las partículas vitales, se encuentran en todas las moléculas existentes, tanto en el polvo cósmico como en los átomos de ser viviente alguno, ya sea humano, animal, planta, insecto, etc.
Volviendo a los diversos credos, estos a través de sus dogmas, (creados por el hombre, no por Dios), no solo se detienen en cuestiones de forma,-si María fue siempre virgen, si los sacerdotes deben confesar, si Dios se ofende por si uno como carne de cerdo, si el día de descanso es el sábado o el domingo, etc.-, sino que encima se pelean en hacer creen a sus feligreses que camino correcto hacia los siguientes planos de luz- léase Cielo-, sino que cada uno cree poseer la óptima forma de llamar al Creador.
A continuación, podrán leer un análisis gnoseológico y semiótico del origen de los nombres más usuales para nombrar a Dios. Todos unidos lógicamente y acorde a la evolución misma de los pueblos que lo adoraban, según el paso del tiempo y los caminos que la Biblia y los pueblos creyentes recorrieron a través de la historia.
El Origen Hebraico
Yahveh y sus variantes Yavé, Yahweh, Yahvé y Yah (así como la popular intercalación Jehová, Iehová o Jehovah) es, el nombre – de origen hebreo- utilizado en la Biblia traducida al español para designar a Dios, según las creencias judeocristianas.
Vaya a saber por qué, al pueblo judío se le prohibió pronunciar el nombre de su Dios. Así que crearon este vocablo, en hebreo antiguo, formado por cuatro consonantes: Y,(iod), H, (hei), V, (vav) H, (hei), también conocido como El Tetragrámaton, (o palabra compuesta de cuatro letras).-“tetra” cuatro-.
La mayoría de los estudiosos aclaran que el verbo hebreo hayah designa una presencia viva y activa, entonces Yahveh significa:
“Yo existiré por mí mismo” o “Yo soy el que existe por sí mismo”.
Significación que condice con lo expresado en el Apocalipsis 1:8, “Yo soy el que es y era y ha de venir”.
La Influencia Latina
El término Yahweh proviene del verbo hebreo hawáh (‘llegar a ser’, ‘existir’). Por lo que Yahweh significaría: “ÉL, Hace Existir”, (es decir, Él es dador de vida).
Si bien se cree que la pronunciación del vocablo Yahveh es la más acertada, para nombrar al Padre Creador; algunas ramas del cristianismo no aceptan dicha pronunciación, sosteniendo que como en el hebreo antiguo, no existían vocales escritas, la pronunciación exacta se perdió con el paso del tiempo.
Con la expansión del cristianismo por el imperio romano, este vocablo –YHVH) se latinizó en dos nuevas palabras de uso popular: en la edad antigua surgió primero, YaHVé (Iahveh, en latín) y en el medioevo, JeHoVá.
Sobre el término JeHoVá, si bien se cree que fue Peter Galatinus el creador del mismo, en el siglo XVI. Este vocablo ha sido encontrado en la obra de Raymund Martin “Pugio Fidei”, la cual data de 1270.
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Del Hebreo Antiguo al Inglés Jamaiquino
Curiosamente, la palabra de alabanza al Padre Creador, más antigua en idioma alguno es Aleluya, (Hallelu-YaH: es decir, “Alabad a Yah”).
A su vez, hay quienes sustentan la teoría que el nombre de Dios: YaHVeH, deriva del verbo hebreo “Yah”, (seré), pero como DIOS se le presentó a Moisés diciendo: “Yo Soy el que Soy”, y no “Yo seré el que seré”, muchos descartan este posible origen.
Más allá del detalle del tiempo verbal, utilizado en épocas de gran número de analfabetismo, muchos pueblos le llaman a Dios Yah, o su versión inglesa Jah, -usada principalmente por la cultura rastafari Jamaiquina, cuyo principal precursor fue Bob Marley-.
A todo esto, existe un término usual en varios nombres propios hebreos: Jahu (Yahu), que quiere decir, “Yah mismo”, haciendo alusión directa a Yah como el mismísimo Dios.
Otra manera usual de hacer alusión bíblica a Dios es mediante la palabra hebrea “Elohim”, que significa “Dios”; como también a través del sustantivo “Adonai”, que quiere decir “Señor”.
A Modo de Conclusión
Las fronteras idiomáticas las ponen los hombres, a la hora de orar, dejémoslas de lado, y oremos con el corazón. Llamémosle al Creador, como nos nazca del corazón,-mientras sea con respeto- y pidámosle la humildad y docilidad necesaria para que sea Él quien nos quién la vida, más allá de todos los protocolos estancos que la humanidad impuso para acercarnos a nuestro Padre Amado.
Fuentes Bibliográficas:
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.htmlEnciclopediaCatolica.com/J/Jehovah.htm (Enciclopedia Católica en línea).
Dr. Reisel,M., YeHũàH o YaHũàH, El Misterio del Nombre de Y.H.W.H., página 74.
http://gertoux.online.fr/divinename/faq/A14.htm
De Mello, Anthony, (1999), Autoliberación Interior, Ed. Lumen, Bs. As.
Mark Vicente, (2004), ¿¡Y tú que (S)aBes !?, Documental, USA.
La Santa Bíblia, (1960), Sociedades Bíblicas Unidas