El Amor en Movimiento
Autor: Lic. E. Ariel Rodríguez Goberna
Parte 1: Anunciar el Evangelio
Todo cristiano está llamado a anunciar el evangelio, en “Espíritu y en Verdad”, como diría Jesús. Y esto se realiza con el propio vivir, es decir se anuncia con la palabra de Dios hecha carne en nosotros. No sirve de nada repetir pasajes bíblicos de memoria como un speach publicitario, para querer pescar fieles para que vayan al templo. Lo del “pescador de hombres”, fue un chiste, una ironía que el Maestro le hizo a Simón, uno de los pescadores de Nazaret.
Para anunciar, primero hay que sentir un llamado dentro de uno, que nos hace el Señor a cada uno por su nombre, de manera individual: El llamado al discipulado.
Parte 2: El Llamado al Discipulado
A Jesús lo seguían tres grupos distintos de personas: la muchedumbre, los discípulos y los apóstoles.
La muchedumbre está integrada por aquellos que cumplen con lo básico del mensaje crístico. Respetan los mandamientos, pero llevan un estilo de vida según su convicción, pero con un escaso compromiso o bien para con la Iglesia o bien para con la vida en la Fe. Todo en su camino dependerá de la escala de valores llevados a la práctica que posea una persona.
Aquí la gente suele llevar un estilo de vida natural[1] muy marcado, y depende el caso estará muy apegado a los placeres terrenales o a cosas banales (como el lujo, el dinero, el alcohol, la moda, el auto 0 km., las apariencias, el sexismo, el tabaco, etc.); pero a pesar de ello, -por ejemplo - en Pascua va a misa, o hace abstinencia de carne, deleitándose con una rica cazuela de bacalao”, o en casos de enfermedad de un allegado, recién allí le prenden una velita a un Santo y rezan una novena; cuando su allegado está bien dejan de orar... No los critico, es una manera soft – digamos – de vivir la cristiandad.
El Discípulo, es elegido personalmente por Cristo. Uno debe pedir la gracia para poder sentir el llamado al discipulado, para cambiar la Iglesia. Pues Iglesia somos todos los bautizados, y no un templo de ladrillo y mezcla, con los designios bajados directamente del Vaticano, impidiéndonos razonar e interpretar personalmente los mensajes de Jesús.
Así como este es un llamado personal, también la respuesta es personal y decidida. La propuesta es hacer del evangelio un estilo de vida, rompiendo radicalmente con el pecado y el estilo natural – o habitual - de vida.
Ser discípulo no implica un estilo de vida e particular, sino un modo de ver la vida, las cosas, un modo de accionar en este mundo con sus obligaciones, labores, y demás, siguiendo como consigna el “Estar en el Mundo Sin Ser del Mundo”.
Atentos: Seguir la palabra de Cristo y tratar de obrar en pos de ella implica dejar que mi vida tome un cariz basado en las enseñanzas del evangelio, y de lo que el Espíritu Santo me inspire en el corazón. Pero seguir a Jesús, NO implica que deba imitarlo; él fue único e irrepetible, tuvo una misión dada desde lo alto, y la cumplió. Salvando las diferencias, cada uno de nosotros también es único e irrepetible, y debe buscar cual es la misión que Dios quiere para SU vida, y cumplirla, más allá de todo.
Los apóstoles, están encarnados en los doce seguidores del Mesías, que representan a aquellos elegidos por Cristo mismo, para que su vida esté dedicada por completo en transmitir con el ejemplo, el mensaje crístico, (sacerdotes, pastores, etc.). Ser apóstol, más allá de todo es el de tener una vida totalmente dedicada a la evangelización. Siendo un referente y un nexo entre la Iglesia y la Comunidad.
Parte 3: El Espíritu Santo al alcance de Todos
Antes de partir en cuerpo y alma al cielo, Jesús nos prometió enviarnos al Paráclito: el Espíritu Santo; quien nos ayudaría por los caminos de la vida. Quien a su vez, tiene como templo nuestro corazón e ingresa ahí el día de nuestra concepción; puesto que es “Luz de Vida”.
Según las Iglesias Cristianas, el Espíritu Santo ingresa a nosotros recién en el bautismo; el cual en la antigüedad, se realizaba a seres con estado de conciencia, y no a bebés recién nacidos. Al hacer esto, la Iglesia tuvo que incorporar otro sacramento,-la confirmación-, para que el cristiano, le diga en pleno manejo de sus facultades, al Espíritu Santo: “Si quiero seguir tu guía en mi vida”.
El Espíritu Santo es nuestro defensor, un amigo santo, el Amor de Dios Padre hacia nosotros. Él es un Espíritu de Luz, en el hay verdad, compañía, refugio; podemos confiar en él, más debemos contarle todo lo que nos pasa, (como a nuestro mejor amigo), él nos consuela y fortalece.
Cuenta la Biblia, que en Nazaret se manifestó como paloma, como fuego o como suave brisa, y en la oración carismática de Pentecostés, esparció sus dones entre todos los orantes, (Leer: la primera carta de San Pablo a los Corintios, capítulos 12 y 14).
El Espíritu Santo en realidad empírica fue dejado de lado mucho tiempo por la Iglesia. Nos enseñaron mucho a rezar casi de memoria oraciones escritas por otro, y se olvidaron de decirnos que más que rezar hay que orar, orar de corazón, como nos salga, con nuestras palabras de corazón, haciendo silencio interior.
“La oración que llega al cielo, no es ni corta, ni larga, sino honesta y sincera”. (Martín Valverde, 1994 - músico carismático.
Leé las siguientes preguntas, y respondelas en tu interior:
¿Si me cuesta realizar una oración profunda, que debo hacer? Respuesta: Orar Ayuda Divina.
Recuerde: Invoque en la oración al Espíritu Santo, pídale que venga a su vida, a su casa, a su oración, que le enseñe a orar, pídale lo que necesita, (que lo sane física o espiritualmente), que le de paz, lo que sea… no se guarde nada, pero PIDA CON FE DE CONVICCIÓN [2], y si no tiene FE, MEDITE y PIDALE A DIOS LA FE. Pero pida despacio, tranquilo; la oración no es un monólogo, sino un diálogo con El Padre Creador, y para poder escucharlo, hay que tener silencio mental, estar relajado y no distraerse con nada. No hace falta que esté arrodillado; puede orar sentado o incluso acostado, solo o en compañía, pero siempre con una predisposición interior profunda.
No tenga miedo de dejarse inundar por SU AMOR, pues como dijo Cristo: “El árbol se conoce por los frutos”. Es decir, si usted ora carismáticamente ayuda divina, y a su auxilio viene Jesús, María u otros Seres de Luz, la PAZ que emana de aquellas ALMAS PURAS y NOBLES, que están junto al Creador, esa onda, vibración, energía (o como quiera llamarle), SE SIENTE y uno se da cuenta si acudieron Seres de Luz o de los Otros.
De sentirse una onda extraña, no divina; uno con seguridad, y de buena manera debe solicitarle que se retire. A continuación ore el Padre Nuestro, (con Fe y conciencia de cada palabra dicha). Pida la protección de algún Ser de Luz allegado, (ángel de la guarda, por ejemplo).
Parte 4: La Docilidad
La Docilidad es una Gracia[3] del Espíritu Santo. A través de la cual, él va trabajando en nuestro interior, para que seamos mejores personas. La Docilidad implica una actitud fundamental: entregarle la Vida a DIOS, para que él pueda SER REY y SEÑOR de nuestra Vida. Para ello nuestra base debe ser la Oración de Vida[4], buscando Renacer de lo Alto. (Efesios, Cap. 4, 23 – 24).
Profundicemos más este concepto: Uno tiene un proyecto de vida, o por lo menos tiene claro algunas cosas que desea para su vida, (otras simplemente las deja librada al azar). Así, día tras día, vamos construyendo nuestra vida, eligiendo entre opciones que nos toca afrontar, y que no siempre son las que nos hubieran gustado. Y esta elección la solemos realizar desde la razón o desde el corazón, (tradición, moral, familia, supuestos heredados, etc.), pero: ¿Qué papel le dejamos a DIOS en todo esto?
Renacer de lo alto implica refundar nuestra vida, y verla desde los “ojos de Dios”. Es decir que en nuestro discernimiento debemos incluir la pregunta: ¿Qué quiere DIOS[5] para mí, en este momento? ¿Qué desea que haga?
Es decir que nuestra vida debe reflejar el Amor de DIOS en todos nuestros actos.
En todo esto es bueno hacer una mirada sobre lo vivido últimamente y reconocer el paso de Dios sobre nuestras vidas.
En relación a nuestros errores, es relevante NO “AUTOJUSTIFICARNOS”, y arrepentirnos de corazón de nuestra actitud.
Algunos recurren a DIOS pidiéndole “Ayuda en sus Vidas”, pero No lo dejan actuar, no dejan que Dios les cambie la vida, para bien, sacándolos del Dolor; más aun, solo lo utilizan como una aspirina espiritual, que aminora el dolor del alma. Le preguntan a DIOS, pero o no hacen el silencio necesario en su mente y alma como para oírlo, porque le temen a lo que él les diga, o temen que la respuesta que les dé el Creador, no les guste.
Dios no solo nos da la Gracia, sino los medios para alcanzarla:
o La Oración
o El Encuentro En La Palabra: Se le llama así al momento en que uno lee un párrafo de la Biblia, buscando no solo un mensaje literal, sino también uno metafórico, para saber que me quiere decir Dios “Aquí y Ahora” a mí, en este preciso momento, para encontrar la “Luz” en una situación en especial de mi vida. Pues la “Palabra de Dios” limpia, purifica y sana nuestro interior”. Por lo tanto dejémosno lavar por ella.
o La Reconciliación: Este sacramento es el cual vuelve nuestra alma al estado de pureza inicial con que nacemos los “Hijos de la Luz”. Pues con la confesión, liberamos nuestro ser de pecado. Claro está, que no tiene efecto sin un arrepentimiento sincero por parte nuestra. No es un trámite y es estéril si no lo hacés de corazón. De nada sirve golpearse el pecho y repetir un “Pésame Dios Mío…”- como se hacía hasta hace poco en la Iglesia Católica-, si no estamos arrepentidos, si no estamos comprometidos a un verdadero cambio de corazón, en nuestras vidas. Ayuda mucho, el hacer un examen de conciencia, previamente, sobre nuestros actos diarios.
o El Pastoreo: A partir de la metáfora planteada por cristo de que él es el buen pastor y nosotros sus ovejas, suele llamársele pastoreo al diálogo con un “guía espiritual”. Una persona que debe ser humilde y sincera – que debe seguir profunda y coherentemente un camino de Fe, - consagrado o laico - quien debe saber escucharnos, contenernos y aconsejarnos en torno a todo lo relacionado con nuestra vida de Fe. Cabe aclarar que no es un amigo, ni un confesor, o un psicólogo; simplemente alguien que puede ayudarnos en nuestra oración, en una crisis de Fe, ante un problema familiar, etc. desde la mirada del Espíritu Santo, para ayudarme a buscar “luz y discernimiento”.
La Comunidad de FE
Supongamos que ya hemos realizado el primer paso, un buen examen de conciencia, arrepentimiento y oración diaria, y que ahora estamos en la difícil tarea de tener una oración de vida. Es cierto que la Fe es más fácil vivirla y aplicarla en comunidad, con ayuda mutua.
A su vez me dirá, que llevar un estilo de vida acorde a los evangelios no es nada fácil en los tiempos que corren… Cristo siempre fue revolución proponiendo: “vivir en el mundo sin ser del mundo”.
Muchas personas encuentran un apoyo muy grande en un grupo de Iglesia, ahí se llena muchos baches afectivos – socio - económicos: problemas familiares, falta de amigos, soledad, crisis económica, enfermedades; por nombrar algunas cosas en que encuentran su contención, (psicológico – emocional), en un grupo de iglesia.
¿Pero que pasa cuando algún miembro del grupo discierne que ese no es el camino que desea para su vida, que ahí vivió una etapa muy buena, pero que no formará más parte del grupo? Saben que, la mayoría de las veces, esa persona se queda SOLA [6], no es visitada, ni llamada más por la mayoría de los integrantes de aquel grupo a los que hasta hacía poco les había confiado grandes intimidades. Por cierto, hay excepciones a la regla.
Recuerden:
o Muchos cristianos se creen mejores que el resto, hasta “Dueños exclusivos de un pase a la Salvación”, y saben que: ¡No es así! El Ser miembro activo de un credo no me da un privilegio por sobre el resto de los mortales, sino más bien, me da una responsabilidad, mayor que al resto, pues de esa manera asumo una responsabilidad, y tengo el deber de predicar coherentemente con el ejemplo.
o La Verdad NO se Impone mediante la Violencia, ni la Soberbia, SINO a través de un testimonio de vida, actuando desde la humildad y con Paz Interior.
Parte 5: Ser un Hombre Nuevo
Recomiendo Leer:
El Evangelio de San Juan, cáp. 3, 1-7: Jesús y Nicodemo: Renacer desde el Espíritu
Apocalipsis, cáp. 3,1-5: “Carta a la iglesia de Sardes”: Aparentemente vives, pero en realidad estás muerto.
El Evangelio de San Lucas, cáp. 15, 24: “La vuelta del hijo pródigo” y “La Parábola del sembrador”
Vinimos a este mundo a aprender. Al hombre no se lo mide por las veces que se cae, sino por las que se levanta para recomenzar de nuevo. Y así, seguir a Cristo es una de las vías para renacer de lo alto[7]. Quizás, nuestros problemas no se vayan de la noche a la mañana y nos siga costando el trabajo diario, – la oración no es un acto de magia, sino de Fe -; por lo que, “renacer de lo alto” implica cambiar nuestra mirada de la vida, dejar de ver con los ojos físicos y pasar a ver con los ojos del corazón, con los ojos del alma.
En este cambio de mirada, nos ayudará revisar nuestro camino, ver en que nos hemos equivocados y retomar desde allí nuestra vida, para ir puliendo –día a día – esa faz nuestra que nos desfavorece y hace daño.
Pero a todo esto no lo tenemos que hacer solos, Dios está con nosotros, y por ello debemos pedirle ayuda y dejar que él obre en nosotros.
Para ello es crucial que busquemos al Padre Creador, lo que será un paso a la vida que nos tiene preparada para nuestro bien. Para ello tenemos que realizar un nuevo éxodo, es decir:
“Romper las cadenas que esclavizan a nuestro espíritu, cruzar los desiertos que hay en nuestra alma, para por fin llegar a ser un hombre nuevo”.
Tenemos que revisar nuestra vida, sus etapas, ver que nos dolió, que aprendimos, que acertamos, que erramos. Aprender a aceptar nuestra historia, sea cual fuere es nuestra. Perdonar, perdonarnos. Alejarnos de relaciones tóxicas, pues como dijo Jesús: “Hay que ser mansos como las palomas y astutos como la serpiente”. Aprender del pasado, para no cometer los mismos errores en el futuro, para fortalecernos.
En todo esto, es bueno preguntarnos: ¿Qué quiere Dios para nuestra vida? Pues él nos pensó como un proyecto suyo, (Leer “El Himno al Amor”, primera cata del aposto San Pablo a los Corintos, cáp. 13). Hay que saberlo escuchar al Padre, sin miedos, en un encuentro íntimo, libre y auténtico con quien nos creó.
Recordemos qué debemos ser responsables y dueños de nuestras opciones.
Parte 6: EL Espíritu Santo en la Oración
Combativa y de Convicción
Para recibir al Espíritu Santo o Luz Divina, es crucial renunciar al pecado y cerrar en nuestro interior las puertas que tenemos abiertas al mal, en nuestro modo natural o desorganizado de vida. Recomiendo leer: la Segunda carta del apostos San Pablo a los Tesalonicenses, cáp.3, 3.
“El Espíritu Santo o Luz Divina que mora en nuestro corazón, trae consigo la Verdad y nos ayuda a hacerle frente al mal y a vivir la vida.”
Ante las acechanzas del Diablo, uno debe orar carismáticamente, pidiéndole al Espíritu Santo la fuerza necesaria para el combate del diario vivir. Debe pedir también la renovación de las tres virtudes teologales en nuestro corazón: Fe de Convicción, Esperanza y Amor.
Fe en el Padre, en nosotros mismos y en el lado bueno de algunos miembros de la sociedad.
Esperanza de que no todo está perdido, de que el Padre está obrando para que tengamos una vida más digna y más justa.
Y Amor a la vida.
Nuestra postura debe incluir:
V Una clara decisión para el diario combate.
V Conocer cual es mi punto débil y fortalecerlo.
V Pedir la gracia de cerrarle la puerta al mal, buscando un cambio de raíz en nuestra vida.
V Puede ayudarnos orar con la intercesión de la Virgen María.
V Pedir la intercesión de los arcángeles San Rafael o San Miguel, contra el asedio del mal.
V Orar la protección del Espíritu Santo, para que él nos revista con su fuerza.
Parte 7: Aprendiendo a Caminar la Propia Vida
Primero debemos pensar desde la realidad en que estamos inmersos, y no desde la fantasía. Elegir en la vida es optar por algo, para rechazar otra cosa.
Debemos disponernos a llevar a cabo lo que elegimos para nuestra vida y concretar la decisión tomada. Si es necesario, pedir discernimiento para saber entender cuál es la voluntad de Dios para con nuestra realidad.
En este proceso: ¿Qué me sale mejor? ¿En qué necesito la ayuda de Dios? ¿Cómo tomamos decisiones?
Nuestro camino no será fácil, pues tendremos que enfrentar tres tipos de males:
a.El MAL en si[8].
b.Nuestra propia naturaleza humana, (que puede ser rebelde, desconforme, insaciable, destructiva, vil, etc.). Esto está bien representado en las palabras de Macbeth de Shakespeare, quien decía: “Me atrevo a todo lo que pueda hacer hombre alguno, pero eso es inhumano”.
c.El Pecado del Mundo, la humanidad en general se conduce como ganado, llena de envidia, codicia y maldiciones, realiza cosas por el simple hecho de que otro lo hace, y lo que no es sano para el alma o para la concordia es tomado como normal, es aceptado, por el simple hecho de que lo hacen todos. Olvidándose de escuchar la propia conciencia, discerniendo cada acto realizado.
El mundo nos pone al alcance de la mano una amplia gama de alternativas para evadirnos de la realidad: televisión, radio, alcohol, MP3, drogas, pastillas, cigarrillo, sexo vacío y hasta denigrante, Internet mal usado, etc.
¿Quiere decirme qué Todo esto hace mal? No, yo no dije eso. Sino que lo que empieza siendo una vía de escape termina ocupando el primer lugar en nuestra vida, la que a su vez empieza a ser poco a poco menos vida.
Por ello, Dios Padre quiere que dejemos en sus manos todo aquello que Hoy nos quita la Vida, para que podamos aceptar la vida y comencemos a aceptarnos tal como somos.
Recordá:
} La armadura del cristiano, (Efesios, cáp. 6, 10 -20) para el combate de la Fe.
} Soy Digno de que Dios me Ame tal cual soy.
Para que podamos Celebrar la Victoria de Dios en Nuestras Vidas, nuestra FE debe crecer, debemos ser liberados y el primer paso comienza renunciando con todas las letras al Mal y todas sus Pompas. Lo que implica el desafío de “vivir en el mundo sin ser del mundo”, es decir: “No Vivir en un termo”; pues como diría Jesús: “Hasta los ladrones son buenos con sus amigos”. Por lo que nuestra opción de vida debe estar presente en todos nuestros actos, en donde vayamos, (en el trabajo, con amigos, en familia, en soledad); no como “Reprimidos”, ni como “jueces” de los actos de los demás, creyéndonos los “buenos”, los únicos que “lograremos la salvación de nuestras almas”, pues “estamos en el club –Iglesia - ganador”. Nuestra actitud de vida debe ser una convicción de vida, que emana del Amor que Cristo Jesús nos demostró en la cruz, de los pequeños milagros que vemos a diario, del amor al milagro de la vida, del milagro de estar vivos, tener techo, abrigo, comida, etc.
Es imprescindible vivir consecuentemente con nuestra opción de vida y llevar como bandera la pureza[9] – de cuerpo, mente, alma y actos- en nuestra vida. (Apocalipsis, cáp. 19, 6 - 8).
Recordemos que la voluntaria entrega de Jesús en la cruz, nos ha dado la oportunidad de creer que podemos Renacer de lo Alto. Creámoslo, busquemos e invoquemos su ayuda y consejo. Y por último testimoniemos con nuestra vida.
El dar testimonio no es poner la mejor cara haciendo el sacrificio de tolerar al alguien a quien No Soporto, haciéndole creer a esta persona de que tiene mi afecto, mientras por dentro pienso: “¡Hay; lo hago por Dios, pongo voluntad de soportarla, de tolerarla, porque el de arriba me lo pide!” No; la cosa no es así, eso no es ser buen cristiano, eso es ser HIPOCRITA, FALSO y JUGAR con los sentimientos ajenos.
El verdadero testimonio se da espontáneamente, de manera natural, pues es ahí es cuando tenemos una filosofía de vida incorporada a nuestro inconsciente, y desde nuestro yo más profundo damos crédito con actos, de aquello que fácilmente verbalizamos, pero no siempre aplicamos; ser buenas personas.
¿Y si necesitamos reeducarnos?... pues estamos reorientando nuestra vida, y nadie nos predicó “la Buena Nueva[10]” con hechos, de manera tal de que no creyéramos que era un cuento más de un arengador hipócrita… vayamos de a poco, no es fácil cambiar para bien, quitaron vicios – de todo tipo - es una ardua tarea. No desfallezcamos y pidámosle ayuda a Dios.
Si nos cuesta orar, repitamos honesta y sinceramente, de corazón, solamente el nombre de Jesús, pues la sola mención de su nombre nos trae vida y paz al corazón.
También podemos hacer una oración de autoliberación, buscando que Dios quiebre nuestro interior: Para poder proclamar la Victoria de la Luz Divina en Nuestra Vida.
Recordemos:
} ¡En el nombre de Jesús, en sus llagas y en su sangre derramada por Amor a su pueblo: Hay Victoria!
} Debo ser el Protagonista de Mí Vida.
} Debo Anunciar los mensajes de Luz transmitidos por Jesús en Pro de la Transformación Espiritual del Mundo.
Parte 8: El Sepulcro está Vacío
Cristo en la última cena le lavó los pies a sus discípulos, marcando un modelo a seguir, el camino de la humildad, la ayuda mutua, el pensar en hacer el bien a quien lo precise. Como así también, este gesto nos habla de que hay que dejarse ayudar. Muchas veces Dios pone gente en nuestro camino, para ayudarnos a transitar un momento difícil de nuestra vida, hay que vencer nuestra soberbia, pedir ayuda y dejarnos ayudar.
¿Cómo era el sepulcro de Jesús? Era una cueva en la montaña cuya entrada se hallaba tapada por una gran roca. Es fácil deducir que moverla era una tarea dificultosa, a propósito. ¡Había que dejar que los muertos descansen en paz!
Hasta acá todo es normal y lógico, pero el hecho de que la roca sea removida, el sepulcro se encuentre vacío y el de que Cristo resucitó, es todo un hecho paranormal, que cambia las cosas.
Este milagro puede verse como un cuento bíblico que se nos quiere hacer creer – hecho que asentirán aquellos que no creen en Cristo como el Mesías-, o puede verse como algo real que sucedió, y como un signo Divino que tiene una lectura aplicable a nuestras vidas.
Muchas veces hemos oído decir que con Cristo, el domingo de Pascua resucita Nuestra Fe, Nuestra Esperanza, y con él renacemos desde lo alto. Es decir que a partir de la Pascua, (o Paso – de la muerte a la vida –) somos hombres o mujeres nuevos o nuevas… ¿Pero realmente entendemos y creemos esto? ¿Cuál es el verdadero sentido de estas palabras?
Analicemos un poco esta secuencia como a una metáfora: Nuestro corazón es un sepulcro en el que quedan guardados sueños muertos, esperanzas perdidas, heridas ancestrales, palabras torturantes que alguna vez nos causaron mucho dolor, escenas imborrables realmente indescriptibles, etc. y como en todo sepulcro toda esa podredumbre genera muerte, descomposición, mal olor, atrae metafóricas alimañas… es decir que dejamos de vivir para pasar a sobrevivir – y como diría Eladia Blázquez:
“Permanecer y transcurrir,
No es perdurar, no es existir,
Ni honrar la Vida”…
“Por que no es lo mismo que Vivir,
Honrar la Vida”.
Volviendo al análisis, Cristo quiere que nosotros renazcamos con él, pero para ello debemos dejar que toda esta muerte que nos ata y oprime se vaya de nosotros. Por lo que, hay que correrle la tapa al sepulcro, aunque nuestro “espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”, y nuestros pecados y nuestro miedo a lo desconocido son quienes nos hacen de roca, impidiendo que salga de nuestra vida todo aquello que nos oprime.
Preguntas para meditar en silencio:
} ¿Qué hago yo con lo que me hace sufrir?
} ¿Cómo actúo ante el fracaso?
} ¿De que quiere Resucitarme Dios a mí?
} ¿Qué me está impidiendo dejarlo entrar en mi corazón?
Parte 9: ¿Qué Mensaje Encriptado Nos Da San Pablo En
“La Armadura del Cristiano”? (Efesios, cáp. 6, 10 – 18)
Con la Cruz a Cuestas
Todos tenemos una metafórica “cruz” sobre nuestros hombros, (los orientales le llamarán karma); el tema es como sobrellevarla. No la podemos dejar a un lado, ni olvidarnos que está, su dolor se siente en lo profundo del alma. Muchas veces no cicatriza, ni tiene solución. Luego, como no nos queda otra que vivir con ella, la idea es trabajarla con todo el amor posible a nuestro alcance. Sino, resentimiento y odio generarán pus en nuestra alma y eso nos destruirá en vida. No sirve de nada detenernos en preguntas como “¿Porqué me toca esto? ¿Por qué a mí?”... La respuesta más simple y llana es ¿Por qué no?... Con el tiempo debemos buscar la respuesta al ¿Para qué tuve que vivir esto?... ¿Para aprender qué cosa?
Parte 10: El Alma y El Diablo
Salvedad:
Cuando hago referencia a Dios no hablo de un señor de barba blanca, vestido con largas túnicas helénicas, que se halla sentado en su trono, sito en una nube, y que nos mira con cara inquisidora. Sino más bien al Creador, la Esencia de la Vida por antonomasia[11], al Amor de los Amores, aquel que sabe lo que es el perdón, el sentido de nuestras vidas, la felicidad y la ayuda al prójimo.
No le pongo rostro, ni lo personifico, pero si se que es pureza, sabiduría, compasión y Amor.
A su vez, por Diablo no hago referencia a un ser rojo, con cola terminada en flecha, cuernos, chiva y tridente, el cual nos llevará a una caverna sita en lo profundo de la Tierra, condenándonos a las “llamas eternas”. Sino, a la “encarnación del Mal” que existe en este y otros planos vitales. Es la energía oscura por excelencia.
En este mundo de opuestos, (blanco – negro, día – noche, paz – guerra) si Cristo Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, tranquilamente podemos deducir que existe su opuesto y que: “No es el camino, pero sí es la mentira y nos lleva a la muerte en vida”.
Salvedad: en hebreo antiguo no existían los artículos definidos – el, la. Etc.- ni los indefinidos –un, una, etc.-; por lo que la traducción más exacta de esa frase de Jesús al castellano actual sería: “Yo soy un camino a la Verdad y la Vida”.
…
Como todo buen cristiano que busca el Camino de la Santidad, uno sufre las persecuciones del maligno en varios momentos de su vida.
…
¿Y qué es la Santidad?: Santidad es aquel estadío vital al que llega toda alma después de un “Camino de luz” vivido en obras; por lo que si una persona digamos el abuelo de uno de nosotros, vivió su vida con pureza e integridad; al morir se convirtió en Santo; aunque no tenga una estampita en su honor, ni haya sido canonizado por la Iglesia Católica.
…
Las acciones del maligno para con un hijo de la Luz Divina, en esta Tierra, se pueden clasificar en tres: Tentación, acechanza y posesión.
¿Cómo Actúa La Tentación En Nosotros?
Recordemos que:
“La raíz de las buenas y malas obras
está en nuestra alma”.
El mal no obra en nuestra voluntad, ese lugar está reservado a Dios, - el cual, lo respeta, pues nos deja la opción del libre albedrío -.
Así como El Padre Creador conoce todo nuestro potencial para el bien, nuestra bondad y nuestra capacidad de amar, El Mal conoce nuestras debilidades, y sobre ellas actúa, tentándonos [12] para realizar esas cosas que nos atraen, aunque sepamos que no nos conducen a nada bueno.
Su objetivo es que no estemos en comunión con Dios, y de ser así que sea de la peor manera posible: confundidos, divididos y oprimidos.
Su principal aliado es el pecado. ¿Y qué es el pecado?Ya afirmó San Pablo: “Todo lo que no se hace de buena Fe, es pecado”, (Carta a los Romanos, cáp. 14,23).
Y obrar de mala Fe, produce en nuestro SER un estado que nos aleja de la paz originaria del Estado de Gracia, y enturbia nuestra mirada alentándonos primero a hacer algo y después que lo hicimos, nos genera cargo de conciencia.
Una vida inmersa en el pecado, (nuestro o de los otros hacia nuestra persona, -pues nadie elige donde nacer ni las condiciones que nos tocará enfrentar en la vida-), nos lleva a estar muertos en vida, sin amor verdadero y lejos de Dios.
(Evangelio de San Juan, cáp. 8, 34) “…Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado”.
Vivir en el pecado impide que vivamos en el Amor, es ver la vida desde un cristal empañado... claro que hay escalafones de pecados, pero uno al pecar se ve seducido por un: - “¡Si esto es una tontera… que me va a hacer!” Y así si lo dejamos entrar, poco a poco nos cuesta ser Espirituales, orar y buscar la fuerza diaria de DIOS, y comenzamos a alejarnos de nuestro Camino de Fe[13].
En este estadio la tentación va a intentar atacarnos por distintos flancos, para encontrar nuestro lado débil. Pero aún el mal se halla fuera de nuestro espíritu. [Recordar “Las Armaduras del Cristiano”, en la Carta a los Efesios cáp. 6, 10 – 18. explicadas anteriormente.]
El Demonio quiere que seamos escépticos y no creamos en él, ni en solución alguna para nuestros problemas y a su vez nos crea incorfomismo, para perder la paz y capacidad de disfrute de lo bueno que ya poseemos [14].
Nuestra Defensa Radica en:
¿Cómo Actúa el Asedio o la Acechanza en Nosotros?
Cuando hemos cedido a una tentación, el Mal encuentra un lugar débil de nuestro ser, por donde atacarnos. Y allí empieza a tirar todas sus municiones, produciéndonos un ataque constante, el cual no nos deja en paz, y puede hacernos sentir culpables, o bien enraizados en nuestra posición – depende el caso – con el fin que reincidamos.
Nuestra Defensa Radica En:
} Continuar haciendo los cuatro ítems anteriores, pero con el plus de una “guía espiritual”. Ante estos casos es bueno contar con el apoyo de una persona que siga profunda y coherentemente un camino de Fe, - consagrado o laico -con quien hablar de toda esa situación que nos toca protagonizar o padecer.
} Puede ayudarnos – si tenemos Fe en ellos, en su nexo para con Dios – el uso de sacramentales, (escapularios, rosarios, agua bendita, etc.)
¿Cómo actúa la Opresión en Nosotros?
Cansados de remar contra la corriente, ante tanto ataque, nuestro espíritu suele flaquear y ceder ante el asedio, dando paso a la Opresión.
Allí dejamos que el mal entre en nuestra alma, no la dominará como estando en el centro el ella, pero si tendrá todo el poder para intentar tornar nuestra vida en un caos.
Para graficar más esta situación, veamos algunos puntos comunes en estos casos:
} Dormiremos demasiadas horas, - sin disfrutarlo - pues no tendremos ganas de emprender nuestro día.
} Nos costará mucho el mínimo acto cotidiano, - cocinar o ir al baño-.
} No nos importará trabajar.
} Podremos tener lagunas mentales.
} Seremos agresivos con nuestros seres queridos.
} Perderemos el apetito.
} Tenderemos a nuestra autodestrucción.
} No tendremos Fe, ni Esperanzas, e intentará boicotear todos los lazos de Amor que poseamos – inclusive el amor propio-.
} Cometeremos actos de desesperación, en situaciones límite, que nunca hubiéramos pensado, (intentos de suicidio, difamar a seres amados, refugiarnos en las drogas, el alcohol o psicofármacos).
Cabe aclarar, que la ciencia médica – psicología o psiquiatría - llama a este estado de diversas formas: “Depresión”, “Pico Agudo de Estes”e incluso “Delirio Místico”. Claro está, tomando como eje del ser humano a la mente. Pero el hombre es la unión de los ejes: Cuerpo - mente – alma. Y si uno de estos ejes se encuentra mal, se refleja en los otros dos. Tal es así, que la opresión del alma humana, genera un decaimiento tal, que repercute en nuestras defensas, alimentando el estado de enfermedad; ya sea esta somática u orgánica.
Nuestra Defensa Radica En:
} Continuar haciendo los cinco ítems anteriores, pero con el plus de una “oración de liberación”, (leer anexo). En esto puede ayudar un sacerdote o laico con el Don de Sanación –o exorcismo-.
} Examen de conciencia.
} Arrepentimiento de nuestros pecados, si los tuviéramos [15].
} Perdonarnos nosotros mismos nuestros errores.
} Confesión, comunión y el sacramento de la “Unción de los Enfermos”.
La Oración de Liberación es dada – dentro de la Iglesia Católica [16] -en oraciones y misas carismáticas, - preparadas para tal fin -. Como así también por sacerdotes con el poder de sanación. Estos comúnmente llamados “curas sanadores”, no son otra cosa que sacerdotes con el Don de exorcizar – Dios mediante – a las personas oprimidas.
Cabe aclarar que Dios no libera sólo a los bautizados, sino a todo hombre o mujer que esté dispuesto a abrirle su corazón y buscar en él refugio; pues “Dios es Amor”, (Primera Carta de San Juan, cáp. 4, 8).
Parte 11: ¿Cómo alcanzar un Estado de Gracia?
Una vez que nuestra alma sea liberada, continuaremos nuestro camino espiritual, más atentos que antes, para no recaer. Pues querremos cuidar el estado de gracia alcanzado.
El Estado de Gracia, es un estado interior de Paz Espiritual, en comunión con Dios y con la Vida. Llegar a él, mantenernos y crecer en dicho estado, no es tarea fácil, pues, esto implica optar por un camino de búsqueda espiritual y de pureza, - ojo que hablo de pureza, no de puritanismo o sonsera -.
Para ello debemos buscar un cambio en nuestras vidas, aspirando a vivir en armonía - con Dios y con nuestra conciencia - con felicidad. Pero felicidad verdadera, felicidad de alma, esa que nos cambia la mirada, no la felicidad envasada, caduca, estéril y mundana. Este es un bello desafío, no imposible. Para lo cual necesitaremos:
1. Vivir Desde La Verdad, (Aceptar La Realidad): Por más dura que sea nuestra realidad, solo aceptándola podremos recomenzar.
2. Reconocer Nuestros Errores: Aceptando nuestra humanidad, pero no haciéndonos cargo de culpas ajenas.
3. Reconocer Nuestros Límites: Solo conociéndonos en profundidad, sabiendo hasta donde podemos llegar – para bien o mal – podremos comenzar a pulir nuestra manera de ser.
4. Reconocer Nuestras Virtudes: Todo ser humano tiene en su alma virtudes que lo enaltecen como persona y a través de las cuales puede cambiar el mundo que lo rodea para bien. Cabe aclarar que una cosa es la soberbia del “creído”, o la falsa modestia del hipócrita, y otra muy distinta el reconocer nuestras capacidades.
5. Ver Donde Actúa El Mal: Como mencionamos arriba, el Mal conoce nuestras debilidades, y actúa sobre ellas induciéndonos a realizar actividades, que no serán provechosas para la paz de espíritu que anhelamos. Conocer nuestros lados débiles, es la base de un trabajo personal de crecimiento y superación.
6. Romper las Ataduras en la Oración, (Ir a lo Profundo): Para orar, no sólo tenemos que estar cómodos, relajados y descansados [17], sino también tenemos que ser dóciles a lo que el Espíritu Santo o Luz Divina nos quiera inspirar en esa oración. Él es quien nos guía a lo profundo de la oración, con la mente en blanco, con el corazón abierto, para mostrarnos cómo, por qué o por quién orar, qué aprender de la oración.
7. Docilidad: Jesús nos enseñó a orar, el Padre Creador y la Virgen María nos guían en la oración. El Señor está a la puerta de nuestro corazón esperando entrar y poder ayudarnos. Pero para ello, debemos ser dóciles a sus mensajes[18].
8. La Oración: Orar es hablar con Dios, luego, no es sólo un monólogo de nuestra parte; debemos escucharlo y para ello es necesario hacer silencio en nuestra alma – no pensar en nada, dejar los problemas fuera del cuarto de oración – escuchar Su Voz. La oración tiene varios estadíos: Agradecer, pedir, alabar, bendecir al Hermano en la Fe [19] y por sobre todo escuchar a Dios y dejar que su Amor entre en nosotros y nos sane.
9. Orar con la Vida: Es común que la energía que obtuvimos en una oración carismática - llena de expresiones divinas de amor y sanación interior – se nos vayan a los dos días, pues el peso del mundo, los problemas y el remar contra la corriente nos aplastó. Por lo que cada acto en nuestras vidas, por más pequeño que sea, hay que hacerlo con Amor, con convicción interior, de corazón, sin hipocresías, caprichos, ni egoísmos. Orar con la vida es mantener el estado de gracia todo nuestro día, donde estemos, con quien estemos y haciendo lo que nos toque en ese momento. Por lo que hay que mantener el Estado de Gracia en el trabajo, con nuestra esposa, haciendo trámites, lleno de problemas cotidianos, etc.
10.Acompañamiento Fraterno: En sentido estricto: esta frase tiene su origen en el apoyo típico de un lazo de hermandad. Y se produce una analogía para con el lazo que debieran tener los hermanos en la Fe – miembros de una misma comunidad religiosa -. En sentido amplio: La Fe vivida en grupo es más fácil; por lo que siempre es recomendable tener alguien con quien compartir nuestras experiencias y crisis de Fe. Alguien que sepa de qué hablamos, que esté en la misma búsqueda que nosotros, una persona que nos acompañe, nos escuche, aconseje – si puede hacerlo – y que ore con y por nosotros. Esta actitud, claro está, tiene su viceversa. El acompañamiento fraterno debe ser con humildad y de corazón.
11.Fe de Convicción o Poder: El creer que Dios está con nosotros, en todo tiempo y en todo lugar, que NO nos abandona nunca, es una cuestión de Fe. El creer que las pruebas que él permite que tengamos en nuestro camino, las podemos superar, es una cuestión de Fe. Y para alimentar dicha FE, no basta solo con la oración o con realizar todos las cosas antes mencionadas - desde el corazón - sino también el ver las vicisitudes que nos toca vivir y padecer NO desde el ¿Por qué me toca vivir esto a mí? Puesto que esta respuesta puede ser que la tenga solo Dios y en este plano existencial, no la obtengamos. Sino más bien, enfrentarlas desde un ¿Para qué me toca vivir esto a mí? Es decir: ¿Para aprender qué, en mi vida?
12.Amor en el Servicio: Estamos en un mundo, en el que nadie ayuda a nadie, cada uno hace su propio camino para llegar a la cima; camino desgastarte, por cierto. Y si alguien ayuda al otro de Buena Fe, corre el riesgo que lo usen, y luego olviden ese gesto de corazón, de manera ingrata. Amar en el servicio quiere postular el ver la ayuda al otro, a quien Dios nos pone en el camino - aunque no conozcamos su nombre - desde el corazón, para que Dios obre en su vida, como lo hizo en la mía. Para demostrar el amor que sentimos por ese alguien, ayudándolo en la cotidianeidad, de corazón, sin protestar y con alegría en nuestra mirada y una oración de intercesión en nuestra alma. Esta actitud de llamado al servicio, tiene su origen en aquel que siendo el Mesías, le lavó los pies a sus amigos, como si fuese el más humilde de los servidores. Jesús amó desde el servicio; nosotros tenemos que pedir la gracia para poder hacer lo mismo; puesto que si este gesto no es sincero, de nada sirve.
13.Llamado Vivo a la Comunidad: Cuando tenemos una buena noticia, queremos festejarla junto a nuestros seres queridos. Cuando tenemos un problema, recurrimos a la ayuda de aquellos a quien queremos. Y si Dios cambió nuestra vida para bien, nos hizo hombre y mujeres nuevos / as este hecho no puede quedar solo en nosotros, sino que debemos transmitirlo al mundo. No desde la perorata, sino desde un testimonio de vida coherente como hijos de la Luz Divina. Transmitir la “Buena Nueva” es un deber de todo cristiano, y es Gratuito… si para seguir un “Camino de Fe” tenés que desembolsar mucha plata; Desconfiá…
Parte 12: Humildad y Servicio
En El Lavado De Los Pies, (Evangelio de San Juan, cáp. 13, 1-17) Jesús marca el camino. El maestro le lavó los pies a sus apóstoles.
Hagamos una composición de lugar: ellos iban por caminos de tierra, con sandalias, por lo que al llegar a una casa, era costumbre que el siervo del dueño de casa le lavara los pies a los invitados de su amo.
Al hacer esto, Jesús demuestra y postula que “…el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía”. Es decir, todos somos iguales a los ojos del Padre y por lo tanto la actitud de servicio y la humildad deben estar en todos nuestros actos. A lo que agrega que si uno practica esto, seremos felices.
El Amor puesto en obras en el servicio, denota una actitud de semejanza entre los hombres y mujeres de este mundo, la cual muchas veces es dejada de lado, puesto que varias personas se creen superiores a otras, tratándolas con orgullo y soberbia.
La actitud ante los otros que nos propone Cristo es de humildad, “… el que se ensalce será humillado y el que se humille será ensalzado”. Esto se ve claro en el caso del invitado a la boda, (Evangelio de San Lucas, cáp. 14, 7-11).
Plantea también la actitud a tener en la oración; humildad ante el Padre Creador y respeto a los demás, (Evangelio de San Lucas, cáp. 18, 9-14).
La simplicidad, pureza, sencillez y capacidad de asombro son cualidades que suelen tener los niños no corrompidos por el sistema. Por lo que la invitación a ser como niños, es un llamado a no endurecer nuestro corazón.
Parte 13: El Mandamiento del Amor
Evangelio de San Lucas, cáp. 10, 27: “…Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas, y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”.
Este mensaje crístico, resume en si mismo a los diez mandamientos y los supera, puesto que, quien sigue con el decálogo dado por el Padre a Moisés en la cima del monte Sinaí, cumple con Dios por el simple hecho de cumplir con la ley, por este impartida. Mas allá que los mandamientos se encuentren implícitos en la conciencia humana.
Por otro lado, quien sigue el “Mandamiento del Amor”, cumple con el mandato del padre por el simple hecho de amar, y no por tener miedo a no cumplir con la ley. Ya que amar implica una actitud de entrega total, hacia el Padre Creador y esto debe reflejarse también en una actitud análoga para con toda la creación.
Parte 14: ¿Qué es Creer en Cristo?
Creer en Jesús como camino al Padre, no es hablar de él con bellas palabras. Tampoco es algo exterior a nosotros. Sino más bien es buscar que las enseñanzas suyas que llegaron a lo más profundo de nuestro corazón sean el centro de nuestras vidas, siguiendo la senda por él marcada, en espíritu y en verdad.
Algunas Preguntas:
· ¿Somos reflejo del mensaje de Jesús, en nuestro diario vivir? (Evangelio de San Mateo, cáp. 7, 21).
· Creer a Jesús, es creer a su palabra. ¿Me adhiero al mensaje crístico?
· ¿Soy cristiano de hecho y no solo de forma? En el evangelio de San Lucas, cáp. 6, 46 el Maestro dice: “Por qué me llaman Señor y no hacen lo que yo les pido.”
Creer a Jesús es una cuestión de Fe; es un cable que nos conecta a la salvación. Todo es posible para el que cree en Cristo.
Dos elementos para creer en Jesús:
Creer es pasar de la vida sensible a la no sensible. La Fe se mide por la conversión y el poder con que se manifiesta. Nos invita a creer por convicción.
Creer es pasar de la posibilidad a la entrega. Confiar en la oración al Padre nuestros pecados, nuestros límites, nuestros afectos, nuestros recuerdos, nuestro estudio, el trabajo, nuestra familia, etc.
No se es “cristiano a la manera de uno”; se es cristiano siguiendo el mensaje de cristo. Tampoco hay que intentar imitar su camino. Hay que seguirlo, pero teniendo en claro que él tuvo su misión en esta vida y nosotros la nuestra. Debemos descubrir cual es ella.
Parte 15: Jesús Promete y envía al Espíritu Santo
(Hechos de los Apóstoles, cáp. 1, 3-14) Si hoy recibiremos al Espíritu Santo, debemos creerle a Cristo que su promesa estuvo hecha para mí, (Hechos de los Apóstoles, cáp. 2, 1-4).
El Espíritu Santo o Luz Divina nos saca del temor y la cobardía; nos conduce a nuestra esencia divina; nos cambia el motivo de vivir, (vivimos para el Padre).
Para recibirlo, tenemos que entregarle nuestro corazón. El Espíritu se nos brinda, en orden a una misión: “Transmitir la Buena Nueva” en hechos, vivir ricos en valores.
Él nos quiere hacer testigos del Amor por donde vayamos. Hay que ser fiel a las elecciones que hacemos. Para ello, tenemos que desarrollar una profundidad en la oración – meditación, puesta en obras en nuestra diaria rutina.
Hay que vivir a Dios en el Amor mutuo; - siempre y cuando el otro quiera un ida y vuelta de amor para con nosotros, nos se puede AMAR a quien nos hace daño, quien nos denigra y produce una relación tóxica para con nosotros-.
Debemos pedirle al Padre: “Experimentar un nuevo pentecostés”, recibir nuestro bautismo carismático; (para ello es bueno ir a oraciones del movimiento carismático).
“¿Quién puede decir que es lo que Dios haría en nosotros, si nos atreviéramos en su providencia a abandonarnos hasta el final de sus inspiraciones?”.
En la oración se debe: Pedir docilidad, entregarnos al Amor de Cristo, entregar el corazón al Padre, pedir el Espíritu Santo.
“… el Señor cumplirá plenamente y sin tardanza su palabra sobre la tierra.”
Parte 16: De la mano de María
Desde la cruz, Jesús al decirle a Juan “…hijo ahí tienes a tu madre”, representando simbólicamente en él a todos los apóstoles, la vuelve madre de todos aquellos humanos que crean en su entrega en la cruz.
De esta manera ella se torna guía y camino -en el más maternal de los sentidos-, para todos aquellos hijos de Dios que quieren llegar al Padre a través de Jesús.
Desvalidos, desposeídos, desesperados, ovejas descarriadas, o simples niños con un rosario entre sus dedos, le piden a María intercesión, buscando en sus plegarias a la virgencita, el apoyo y la comprensión de la madre espiritual de todos los cristianos.
María es consuelo, refugio y apoyo en horas de tormenta. Fortaleza de madre con el corazón desgarrado ante su hijo en la cruz, y la principal mujer anunciando la “Buena Nueva”, luego de su bautismo carismático.
Estas dos imágenes representan dos actitudes marianas, que se dan como constantes en todas las apariciones de la Virgen en los siglos XIX y XX: lo grande de su corazón, al ponerse como intercesora entre las oraciones sinceras del pueblo, y su hijo Jesús; y la actitud de salir a anunciar el mensaje del Padre, bajo situaciones varias, guerra, comunismo, capitalismo, perdida de valores, falta de Fe, etc.
A continuación transcribo un mensaje carismático de la Virgen María:
Queridos Hijos: hoy quiero pedirles que se acerquen al inmaculado corazón de mi hijo. Jesús sufre mucho por la falta de Fe de su pueblo amado. Oren, oren, oren. Cuentenlé todo lo que les está pasando; incluso aquellas cosas íntimas que de pudor no ponen en oración. Soy su madre y los amo. Son tiempos difíciles los que estamos viviendo. Aférrense al Santo Rosario, es un arma poderosa contra las acechanzas del Demonio. Órenlo despacio, tomando conciencia de cada palabra que emiten. Recuerden que al final el Amor del Padre triunfará sobre todas las cosas.
Gracias por haber respondido a mi llamado.
(Locución interna, en oración carismática).
Leer: el Evangelio de San Lucas, cáp. 1, 42-45.
Fin
Versión revisada y corregida el
Jueves 08 de diciembre de 2016.
[1] Entendiendo como natural aquellos hábitos que uno tiene incorporados.
[2] Es aquella con la que uno pide algo, con la certeza de que DIOS ya está obrando para ayudarnos en lo que necesitamos.
[3] “Estado de Gracia: estado de profunda Paz espiritual y armonía con Dios, con la vida y con uno mismo.
[4] Es decir, poner en práctica en la vida diaria, lo buscado y recibido a través de la oración.
[5] Cuando digo DIOS, no quiero decir una iglesia o un dogma indiscutible, sino DIOS: NUESTRO CREADOR.
[6] Esto sucede en varias agrupaciones eclesiales, de diversas Iglesias, pero creo que la cosa es por que el lazo partió de “intereses comunes”, no de un sentimiento de amistad; cuando alguien ya no comparte esos intereses, hace su propio camino, pero el grupo continúa su propia evolución. Como un árbol que perdió una rama, sigue vivo, concentrándose en las ramas que aun posee. ¿No será una visión muy empírico utilitarista, de quienes se olvidan que en el fondo que los que se fueron de un grupo religioso, también son seres humanos y que los estimaban, aunque tengan algunos puntos de vista en desacuerdo?
[7] Respeto otros caminos como los marcados por Siri Kishna, o Sidarta Gautama, por nombrar unos casos.
[8] Puede ser tomado como energía externa a uno, que lleva y conduce a la destrucción.
[9] Que no es lo mismo que la farisea actitud del Puritanismo.
[10] La noticia de que Jesús se entregó por nosotros, que con él murieron nuestros pecados y con él resucitó nuestra esperanza de tener una vida nueva, plena.
[11] Por sobre todas las cosas.
[12] Claro está que si no nos atrajeran o gustaran en algo, no serían tentaciones.
[13] Que va más allá del ir a misa dominicalmente, o no.
[14] Cabe aclara que una cosa es ser una “persona quedada”, sin aspiraciones en su vida, y otra muy distinta es ser alguien inconformista.
[15] Léase también como actitudes tenidas por nosotros, que no nos construyeron como personas y que pudieron dañar a otros y ofender a Dios.
[16] Cito a esta Iglesia por que es a la que pertenezco; pero ello no niega que el Espíritu Santo dé este carisma a hermanos evangélicos o de otros credos.
[17] Duchados, porque no; las tensiones corporales y/o cerebrales de una jornada laboral, pueden no ayudarnos a disfrutar una oración profunda.
[18] Este tema será tratado a profundidad más adelante.
[19] En sentido estricto: Aquella persona con quién compartimos el mismo credo. En sentido amplio: aquella persona con quien oramos o por quien lo hacemos, pues más allá de su credo: “todos los hijos de la Luz Divina buscamos la guía de nuestro Creador”, aunque lo nombremos de diversas formas o incluso algunos lo nieguen, él sigue siendo Nuestro Padre.